sábado, 24 de octubre de 2009

Carta de una amiga

Días atrás recibí un correo de una buena amiga, hacía tiempo que no sabía nada de ella. En él, aparte de saludarme y ponerme al corriente de sus últimas novedades, me comentaba lo siguiente...


Me han pasado cosas con los hombres de un tiempo a esta parte; estas situaciones me han echo reflexionar....

Cuando cumplí 14 años esperaba algún día tener un novio, soñaba con un príncipe azul; imagino que como todas las niñas de mi edad.

A los 16 tuve un novio, pero no había pasión; tan solo había nervios y torpezas por su parte. Entonces decidí que necesitaba un chico apasionado, con ganas de vivir.

En la facultad salí con un chaval apasionado, pero era demasiado emocional. Todo en él era terrible: era el rey de los dramas, lloraba todo el tiempo y amenazaba con suicidarse si le abandonaba. Entonces decidí que necesitaba un hombre estable.

Cuando tuve 25 años, encontré un hombre estable, pero aburrido. Era totalmente predecible y nunca le excitaba nada. La vida se hizo tan plomiza que decidí que necesitaba un chico más emocionante.

A los 28 encontré un novio excitante, pero no pude seguir su ritmo. Iba de un lado para otro sin detenerse en nada. Hacía cosas impetuosas y coqueteaba con cualquier mujer que se le cruzara en el camino. Me hizo tan miserable como feliz. De entrada fue divertido y energizante, pero sin futuro.

Entonces decidí buscar un hombre con alguna ambición y metas personales. Cuando llegué a los 32, encontré un muchacho inteligente, ambicioso y con los pies sobre la tierra. Decidí casarme y formar una familia. Era tan ambicioso el condenado que me pidió el divorcio y se quedó con todo lo que yo tenía, que era más bien poco.

Ahora, a los 40, únicamente me gustan los tíos con la ¡¡POLLA GRANDE!!. Y punto.... ¿que te parece querido amigo? Seguro que tu me entiendes.

Besos, Inés.